HASTA EN LA ANGUSTIA EXISTE AMOR

Javier Fern�ndez Arroyo

Y sigo pensando, no s� qu� hacer ya. Tantas dudas presentes en mi cabeza. Torbellinos recorren los pasillos de mi mente llev�ndome con ellos, destruyendo mi camino.  Quiero volver, comenzar desde un principio.  
Pero encuentro muchos pozos, tan profundos.  Y cuando una respuesta aparece, es sola ella, entre tantas otras sin resolver.  Y no puedo conectarlas, faltan las amalgamas.  Hasta me cuesta caminar, pues tan fuertes son los vientos.  Levantan arena y lastiman mis ojos; levantan olas y ahogan mis pasos; levantan paredes y encierran mi alma; levantan espinas, marchitan las rosas, ni aroma en la sala, oscura mi vista. 
Y se avecina la tormenta... nubes grises casi negras, concurren al cielo. Las aves se esconden, cuidan sus nidos.  Velozmente, las nubes ocupan el terreno sagrado. Luces instant�neas dibujan locura, y sacuden mi cuerpo con su estruendo. Hasta que el primer rayo parti� una pared. Y entr� luz como por el recoveco de una ventana. Asom� mi mirada por aquel peque�o espacio y pude ver un sol amaneciendo. Anaranjado y como temblando. Conquistando tierras a cada segundo, pintando arboledas y descampados. Tanto silencio pod�a observar, mientras mis o�dos sufr�an el silencio del ruido que estremec�a mis entra�as. Quise correr hacia ese anillo que tanto me atra�a, pero siempre estaba en el mismo lugar. Solt� una l�grima el sol y comenz� a caer. Se despint� el campo. El amanecer, repentinamente se convirti� en noche. Y comenz� a reinar el fr�o. 
Y tambi�n esos cielos convirti�ronse en grises planicies tormentosas. Entonces, una gota de mis ojos cay� recorriendo mi rostro hasta caer al suelo. S�lo su estallido contra el mismo pude o�r en ese momento. Luego cay� otra gota, y otra, y otra m�s. Pero ya no eran de mis ojos, sino de una peque�a abertura del techo. Trat� de agrandar ese agujerito con mis manos, pero era muy dif�cil. Quer�a salir de esa celda donde me ten�a apresado la angustia. Entonces, comenc� a golpear con mis pu�os para herir al techo y abrirme paso.  En un momento se cubrieron de sangre mis manos. Sent�a mucho dolor, pero quer�a salir. Y pude observar una tormenta fort�sima que casi me dej� sin esperanzas, hasta que apareci� un arco iris. Tom� envi�n y con todas mis fuerzas escap�. La lluvia limpi� mis manos y cerraron mis heridas. El dolor se hab�a ido. Entonces se abri� el cielo, brill� fulgurosamente el sol, calm� la tormenta y o� una voz tierna que me dec�a: "Cuando sientas tu alma en medio de una tempestad, all� tambi�n estar� con amor de Padre para sanarte, con amor de Hermano para acompa�arte". Y escuch� el canto de un �ngel...

Abr� mis ojos, levant� la mirada y observ� que me hab�a quedado dormido.   Decid� no ir al colegio y comenc� a escribir.

 

           

 
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