CORAJE

CARLOS MANUEL LOPEZ

Conoc� al Goyo Flores cuando viv�a en un conventillo de Balvanera. Era un malevo de ley, rey de bailongos, entreveros y timba. Corajudo, h�bil con el cuchillo y respetado en los arrabales.

En esa �poca anduvo en la mala a causa de la Griselda, qu�en cansada de sus curdas, de las otras minas y de andar siempre galgueando, piant� pal centro con un chab�n, sin siquiera decir adi�s.

Tan grande fue el dolor de la traici�n, se sent�a tan g�l, que el Goyo viv�a en curda.

Un d�a lo encontr� en la pieza h�meda y oscura del conventillo, tirado en la catrera, flaco, con olor a vino barato y llorando.

Entre llantos recriminaba al destino haberle, jugado tan mala pasada, causado tal verg�enza.

Justo a �l que la quer�a. Sin poderse defender como sab�a. Sin el consuelo de su santa madrecita, que Dios la tenga en la gloria.

Tal era la pena y el rencor que un d�a  busc� el bufoso en el ropero para mandarse pal otro mundo.

 Estando en tan delicada misi�n, que pudo haberle hecho perder la sal�, quiso el destino que leyera un aviso en el diario amarillento que envolv�a el arma.

Dec�a as�: "An�mese a encontrarle el sentido a su vida con el Licenciado Enrique Santos Lepera-Terapias Breves".

El Goyo se anim� y el resultado fue asombroso.

 A la semana se conchab� en una panader�a.

 Larg� las curdas, las minas y la timba. Al mes se lo vi� con la fulana a un Restor�n shusheta y se supo que despues hubo bailongo...

No lo he vuelto a ver, pero me batieron que pasea agrandao del brazo de la Griselda con sus dos purretes por plaza Italia. Supe con alegr�a que tambi�n se mud� a Palermo y puso panader�a.

 

Y as� termin� este cuento
          y les digo con humild�
          que el verdadero guapo,
        usa el coraje pa' su propia felicid�.

 

16 de Agosto de 1994