ESPAÑA, MACHADO Y EL TIEMPO Jesús López Merino Â
Las
maravillas de la vida Un secreto que, a pesar de salir a la
luz,
guarda profundidad e intimidad y se mantiene oscuro como el agua que se asoma a
los pozos de los campos. Era luminoso y profundo. Tenía gran poder de
atracción.
El mismo hace una fina observación, a través de su creado poeta-filósofo Abel
Martín, sobre sus versos. No pretendía que sus lectores quedasen en la
cubierta de su barco lírico. Quería que advirtiesen la enjundia de sus versos,
de su filosofía. De ahí esta frase martiniana: “sus rimas tan sencillas en
apariencia, y tan claras que, según nos confiesa el propio Martín, hasta las
señoras de su tiempo creían comprenderlas mejor que él mismo las comprendía”. Hemos de tener
en cuenta un suceso particular de España. En esta tierra nuestra existe una
gran ausencia de figuras filosóficas. Me atrevería a decir que es en el s. XX,
con la Generación del 98, donde comienzan a florecer filósofos como tales.
Entre ellos Unamuno. La causa de esta
carencia se atribuye a la Inquisición. Ciertamente era una buena razón, en
aquel entonces, para echar el dogal al cuello de las ideas un poquito disonantes
de la filosofía escolástica del tiempo. Y mientras se acortan perspectivas en
el campo de la filosofía, no ocurre igual en el terreno poético. Tal vez sea
la ineptitud de los inquisidores lo que permita expresarse libremente en este
sector. Quizás este haya sido el camino para que la poesía sea la expresión
del pensamiento español. Sobremanera en dos épocas: en la mística, con San
Juan de la Cruz y Santa Teresa y en la actual con un grupo muy nutrido de poetas.
En España se llega al ser por una actitud poética. Límpidamente
apunto como filósofo a Antonio Machado. El mismo se sentía como tal. De ahí
su afán de crear unos personajes para los cuales tiene como descripción: poeta
y filósofo, además de otras características. Recurriendo a sus versos también
nos cuenta su sentir de poeta-filósofo. Poeta
ayer, hoy triste y pobre Con estos versos
profundos, como su filosofía, me alejo hacia su pensamiento sobre España.
Existen temas muy apasionantes de estudio dentro de su filosofía. Como ejemplo,
el sueño, el tiempo. Temas que toco, aunque no profundamente, ya que espero
formar capítulo aparte con ellos. Aquí hacen de introducción y enlace entre
los diversos apartados. Y con esta levísima introducción hago hincapié en la
vena filosófica de Machado, poco estudiada, pero muy profunda y sustanciosa. Los temas a
tratar, o mejor, el único tema a estudiar, con diversos apartados, es la visión
que Machado obtiene de España. Tema usual entre los de su Generación pues
todos escriben sobre ella. Es la preocupación y el pensamiento central del
Grupo. Es el único dolor que se manifiesta. Todos declaran en sus escritos un
fuerte amor a España y se sientes españoles por los siete costados, o en
expresión unamuniana, “de raíz a copa”. Hay una
admirable identidad entre Machado y Unamuno. Ambos, parece se complementan. Hay
mucha verdad en la confesión machadiana: Esa
tu filosofía Los dos tratan
de aupar a España, de levantarla, de españolizar España. Don Miguel tratará
de afincar en España la filosofía española, la quijotesca, la de la fe loca.
Machado alaba la gesta quijotesca cuando afirma: El
mundo en guerra y en paz España sola. Son dos gigantes
de la España alicaída a la que tratan de resurgir. Muchos son los puntos
comunes, sin embargo aquí solamente intento hacer ver cómo es la mirada con
que miró a España. Tal vez haya recogido unos versos dejando otros más
esclarecedores, aunque pienso que no por mucho reunir salga el intento mejor.
Baste un pequeño manojo de versos para saber hacia dónde se inclina. Este es
el espíritu de mi pequeña colaboración. Está en la sala familiar,
sombría, Quien ha soñado alguna vez, no puede
decir a la par con Calderón: “los sueños, sueños son”. Una simple
igualdad lógica, mas no real. No es que trate de poner en duda el gran
descubrimiento de Parménides, cual fue el principio de identidad. Sin embargo,
cuando tengo ante mí uno de estos principios me alerto y lo miro recelosamente
ya que pocas veces hay identidad real en los dos términos. Acabaría siendo
otro Parménides que, por afirmar el ser de una manera rotunda, niego el
movimiento. En buena lógica temporal o real, no del pensamiento, no existe
nunca igualdad en el tiempo. Como
Machado afirma, por medio de su poeta-filósofo Abel Martín: “en una lógica
temporal A nunca es A en dos momentos sucesivos”. Afirmación que no anula su
“profunda admiración por la lógica de la identidad que, precisamente por ser
lógica de lo real, le parece una creación milagrosa de la mente humana”. Un sueño
siempre es un sueño, pero nunca las realidades que despierta puedo decir que
son sueños. En la creación poética
de Antonio Machado el sueño no es completamente esa nube rosácea que cruza el
horizonte de nuestra mente. Participa en la idea de Parménides cuando afirma:
“no encontrarás el pensar sin el ser en el cual está expresado”. Es decir,
todo sueño es realizable y real. El sueño es algo necesario. Quien no sueña
pocas ocasiones tendrá de sonreir. Equivale a creer solamente en la vida.
Machado con su decir poético, así lo expresa: Si
el vivir es bueno, Por esta
razón,
nos encontramos en la creación poética de Machado con una realidad soñadora.
Se deposita en todas partes, sustantivada unas y cuando no es sustantivo va
reforzando la realidad que expresa, dando calor y color a otras palabras o haciéndolas
más lúgubres y pesadas. Las intuiciones recogen colorido y profundidad siempre
que la palabra “sueño” va colocada junto a ellas. Para que lo que escribo
no quede en un vano sueño mío, lo ilustraré con sus versos. El habla de:
“unos frutos que en el fondo sueñan”, un “campo que sueña”, una
“noria soñolienta”, unas “rocas que sueñan”, etc. A todas estas
expresiones podría acumular otras tantas, porque para Machado el sueño es algo
esencial y así lo vive en su poesía. Es la búsqueda del otro que no es y que
desea. Machado comenzó
desde joven a soñar. El mismo lo advierte: El
amplio cuarto sombrío Tras la muerte
de su esposa la vida es un continuo sueño real: No
te verán mis ojos, Y toda su poesía es un continuo sueño
expresado bellamente. El mismo se define como: Pobre
hombre en sueños. Soñando teje
espumosos versos y caldea el alma española para que no muera. No sabe si
“espera, duerme o sueña”. Cantará soñando a los campos de Castilla, a la
eterna ciudad que con el Duero tiene forma de Ballesta, donde vivió unido a su
mujer. En sueños hablará a España para que se lance “hacia un país lejano”
y brille la gloria del ánima española. Sin entrar en un
análisis freudiano del sueño, por ser totalmente distinto, intento analizar el
sueño machadiano. Los sueños son secretas galerías donde se apoya y sustenta
la gran arquitectura psíquica del hombre, por no decir el hombre mismo. Mas, ¿qué
sucede en esas galerías subterráneas? ¿Qué se amasa ahí dentro? Antes
intercalaré unos versos para se pueda vislumbrar de qué está constituido el
sueño en Machado. ¿Conoces
los invisibles Ya tenemos,
pues,
los encargados de formar los sueños, cuando soñamos. Son: esperanza y miedo.
Estos dos elementos enhebrados descubren en el sueño infinidad de verdades: En
sueños oyó el acento de una palabra divina; Dos citas que
muestran el sueño no como un descubridor vano, innecesario, sino, muy al
contrario, un móvil utilísimo para que la flor “eche su aroma al viento”.
Un descubridor que amasa y muestra las cosas como son, sin intereses –“sin
odio ni amor”-. El sueño sabe de llamadas: Â descubre
tristezas: Para
escuchar tu queja de tus labios al que vive
siempre en acecho: Lo
ha visto pasar en sueños ... Antonio Machado
busca en el sueño y hace que éste corra de un lugar hacia otro: Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â Â
Mi sueño torcía de calle en calleja Llega a definir
la muerte como un hombre sin sueños, al que se le ha quitado todo, hasta el
camino; porque ¿qué es el sueño sino el camino para seguir en vida y viviendo?
Poéticamente así se expresa: Morir
... E incluso ha llegado a preguntarse: ¿Cuál
es la verdad? ¿El río Esta es la cuestión: la verdad, ¿Es el
fluir o pasar? O, por el contrario, ¿Es permanecer? ¿Soñar? O, ¿deslizarse
donde el mar nos vapulee? ¿Introducirnos en el tiempo? O, simplemente, ¿Eternizarnos?
Leída la obra de Machado esto parece sencillo de responder. El diría que la
solución tiene respuesta sencilla, aunque difícil su realización. Sería
vivir en el tiempo eternizándonos. El sueño pasa y
el sueño eterniza, hace presentes las vivencias en un ahora. Mas no sólo se
retrasa el sueño hasta un pasado. No sólo evoca. También corre más que el
tiempo y crea situaciones reales si se despierta a tiempo. El tiempo es el
eternizador de momentos históricos vividos. Por eso, el que sueña sobrevive,
el que no, apenas vive. Todo esto sin olvidar lo que en los Proverbios y
Canciones escribe: Tras
el vivir y el soñar O este otro, con
el que comencé y doy fin al capítulo: PRESENTE
DE ESPAÑA O LA POBREZA ESPAÑOLA Hoy
tiene ya las sienes plateadas, En la España machadiana el presente, mientras él vive, es una reunión de pobrezas ligadas al alma más ausente. La descripción es triste y vergonzosa. Una España beoda que pasea los blasones de su pobreza. Y en los tambaleos de beoda deja al descubierto y pronuncia los jirones del ropaje que la viste. Machado se muestra duro y agrio con esta España que transcurre. Le asesta golpes amargos para que se dé cuenta de su infecundidad maternal. No parece español amante de su patria, muy al contrario, se presenta como enemigo cruel al escribir sobre la España que se deslizó a su lado, durante su vida. Detecta y saca a la luz los desatinos españoles, la ruinosidad en que se encuentra su madre patria. Una cruel crítica ciñe sobre España, sobre Castilla. Castila, España se hunde queriendo imitar su propio pasado: un pasado alegre y ennoblecedor. El presente, descubre Machado, no es más que lo que fue. Y aún este “fue”, ese “existió” resulta frío. En imagen clara nos lo pinta: Es
una fruta vana ¿Qué otra imagen nos podía ofrecer de una España decaída, que no es ni lo que representa, sino la idea de ultimez, de cabeza cana? La comparación del presente hispánico con el pasado hace inconfesable y astrosa la noticia de una España esquilmada y sin conocimiento de sí misma. Dicha comparación hace resaltar la profundidad en que se encuentra. Castilla
miserable, ayer dominadora, La tristeza de esta España miserable se ve aún más enlutada porque todavía se recuerda el pasado. Se ha convertido en un arrendajo desagradable; de ahí que pervivan figuras fantasmales. ¿Pasó?
Sobre sus campos aún el fantasma yerra España ha quedado tan baja, tan ruin que hasta lo más excelso de la patria se ha arrumbado. ¿Qué ha pasado con las madres españolas? En su poesía lo clava con tanta crueldad como tristeza. No pregunta, sólo afirma. La
madre en otro tiempo fecunda en capitanes ¿Qué ha sucedido con la ciencia española? La curiosidad afincada en nuestra tierra no mueve la más leve intriga. Sólo se ven estafermos adoquinados junto a los soleados paredones. La más muerta impasividad ha caído sobre España. Y los españoles, ¡pobres españoles!, se han convertido en un sarcasmo para Machado. Filósofos
nutridos de sopa de convento Qué triste es no poder soñar ante un presente tan escuálido. No parece quedar resquicio alguno para respirar ante el futuro. El futuro se ve muerto. Y el pasado ahoga el presente. Y no hay futuro para un presente muerto. Machado en un hondo suspiro no ve otra salida: ¡Y
este hoy que mira a ayer; y este mañana Mas con lo expuesto no ha quedado
explicada toda la crudeza de la crítica poética de Machado. Todavía le quedan
adjetivos. Aún no ha dicho todo lo que a su alma empaña. España ha tenido que
tragarse mucha saliva para escuchar lo que sigue: La
España de charanga y pandereta, Y de nuevo
encontramos otra referencia a ese mañana viejo, pero a la vez con un atisbo de
ilusión y de alegría: El
vano ayer engendrará un mañana Y ese mañana,
que desea pasajero, es de lo más repugnante y estomagante; está completamente
huero. Lo compara a un lechuzo tarambana. Se burla con malicia amasando
inopinadas imágenes nauseabundas para mostrar la triste realidad a que se ha
llegado. Pero España aún no ha escuchado ni visto su peor retrato. La
descripción no permite comentarios: Esa
España inferior que ora y bosteza, Machado no se
ensaña en su crítica. Se siente español y como tal describe la tristeza que
le embarga, al comienzo de su vida, al ver a España vestida de carnaval: Fue
un tiempo de mentira, de infamia. A España toda, |
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