Entendiendo la cultura como un amplio
abanico de conocimientos, y siendo las instituciones culturales una
v�a de canalizaci�n e intercambio de los mismos, es un aut�ntico
infortunio (hechas las salvedades pertinentes) que sean los pol�ticos
los que, con aires de propietarios manejen el caudal de tan ingente r�o
de manifestaciones; y es un infortunio no ya por el bagage cultural que
�stos detenten, que a menudo est� entre el �pice y la monada,
sino porque convierten en puro mercadeo un bien radical que, por
principio y condici�n, es patrimonio de todos. As�, limitan o
impulsan las inquietudes personales o colectivas seg�n el nivel de las
audiencias o el resultado de las elecciones; favorecen a los amigos (hertzios
de la misma onda), aunque sean unos brutos irredentos y descerebrados;
perjudican a los que tildan de enemigos (hertzios de oposici�n,
independientes y espec�menes de inm�mera ralea) sin calibrar sus
potenciales bondades; intervienen manifestaciones de arte con criterios
librecambistas; distribuyen d�divas con un sentido agiotista de la
limosna; y hasta puede que te miren a los ojos esperando que, de tu
incomprensi�n hacia su autosuficiencia, salga un vagabundo
arrodillado sobre una cartilla de racionamiento...
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�Qu� podemos hacer para paliar la aberraci�n de tan insignes
repartidores de la cultura si, lejos de la genialidad de Mu�oz
Seca, y
por mucho que nos traten de "donmendos", nosotros no afilamos
pu�ales de venganza?. En "Fragmentos de un
evangelio ap�crifo", J. L. Borges nos sugiere: "Resiste
el mal, pero sin asombro y sin ira". Y eso es lo que tratamos de
hacer, no airar a los dioses para no ensanchar los abismos con los
humanos. Y eso es de lo que ellos se han valido para campar a sus
anchas por los "lobbies" culturales de las referidas
instituciones. A sus anchas, con poca dignidad y con muy poco
respeto.
Eso s�, a nosotros, como a Blas de Otero, siempre nos quedar�
la
palabra para exponer el desencanto, |
la queja, la denuncia; y hasta puede
que, en un ataque de humor, disparemos con obuses de poes�a que, como
todo el mundo sabe, y m�s que nadie Celaya, "es un arma cargada de
futuro"... |
Pero... �de qu� hablamos, al fin?
�De un choque de genes entre personas? �De afinidades por imposici�n,
al margen de los lazos de la
cultura? �De una contraposici�n insalvable de poderes o de partidos?
�De
una espesa impotencia para aceptar la diversidad, que es una
multiplicaci�n de la riqueza? �Es que cuesta tanto desprenderse de las
capas m�s rancias de la ideolog�a? �O no es ideolog�a y es odio al
que piensa de forma diferente? �Tal vez todo se esconde en esa oscura
sombra que, alargada como la del cipr�s de Delibes, proyecta sobre el
alma de los hombres el dinero? Entonces...�tambi�n de la cultura se ha
acabado haciendo un negocio? (Deber�a retirar esta pregunta por ociosa,
aunque voy a mantenerla por si alguien se quiere remontar a los
principios) A prop�sito, dice un refr�n popular que "el que parte
y reparte se queda con la mejor parte". Pero debe referirse al
dinero y, en general, a la materia, quiz�s a la comida, porque si
casualmente se refiriera a la cultura -ese prado extenso en el que pace
a sus anchas el esp�ritu-, ya pod�an quedarse con toda. Ser�a la �nica
forma de que realmente repartieran alguna. Por pura abrumaci�n o por
reflejo. Pero creo que no hay nada que hacer, hermanos, mendigos
de los ministerios y las concejal�as, porque �c�mo podr�a
repartirse aquello de lo que manifiestamente se carece? S�, debe
referirse al dinero, que es el que paga los favores y las comidas, el
que silencia las bocas y relaja las conciencias, el que estampa en las
voluntades un sello de corrupci�n y de mansedumbre.
Ya he dicho antes que las excepciones a salvo. Es m�s, a m� me har�a
feliz tener que rectificar este art�culo.
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