Tierras altas
madrileñas;
jaras, pinos y encinares
simbolizan tus lugares
dilatándose en tus peñas.
Sublimes son tus
enseñas.
de dura piedra y sillares.
El eco de tus cantares
es aire puro en las breñas.
Tienes, Madrid,
armonía,
castillos, sueño y paisaje.
De tus sabor yo me traje,
rincón de la
patria mía,
la candente poesía
de tu perdido linaje.
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Si arrancan de mis cuerdas, con talento,
la música unas manos celestiales,
cual tímidos reflejos de cristales
volaran mis acordes por el viento.
Armónico y rítmico, el tiempo atento,
condensará las notas magistrales,
reduciendo a eco vano los retales
del acorde impreciso y sin acento.
Como tú, rima, que del verso labras
la cadencia infecunda con tu ausencia,
de la prosa de un vate sin palabras
yo, guitarra, sin notas, soy conciencia.
Mi canto puro, del arte, es mendigo
y el llanto de mis cuerdas... su testigo. |