RAQUEL
Carlos Andrés Andina
Â
" Raquel; chica delgada y exageradamente alta, busca a la
vida", ni bien terminé de leer esto no lo pude creer, el pucho reventaba a cada carcajada entre mis
labios...y pensaba "pobrecita, angelito mío morirás en la búsqueda", no lo escribí por controlar mi insoportable humor ácido; no lo
hice, porque me agarró la ternura o que se yo que me había agarrado. Posiblemente no lo escribí porque
"pobrecita" y porque "angelito mío" y eso que yo me creía un sádico
incorregible; "busca la vida" ese es tu verdadero problema
querida, buscar lo encontrado no significa encontrar lo buscado (ni siquiera se
parecen). Varias veces pensé en los vitalismos, hasta tuve la pésima idea
(tétrica diría yo) de leer a Nietzsche y eso casi acaba con mis
nervios; luego me conformé con haber estado por lo menos durante un tiempo dentro de la
vida, y me divertía con la metáfora: "la realidad, ese sueño despojado de toda imaginación; esa
inquisidora; ¡bestia!", pero en el fondo no podía vivir sin ella conclusión evidentemente lógica.Â
Recuerdo que me encerraba en la oscuridad con frecuencia, todos me decían que acabaría como un ezquisofrénico y todavía no se como me salvé. Eran las noches
eternas, un Auguste Dupin, una taza de café, un cigarro y la soledad que me abrazaba con brazos de
mujer, labios blancos y redondos; todo en la casa de mi difunta esposa.  Salía entradas las dos de la madrugada por las calles de Malvín; preferentemente iba a las
plazoletas, respiraba un poco y me sentía bien y un farol, un par de ojos
amarillos, brillantes y hermosos.Â
Me cansaba con rapidez, por eso me sentaba en las banquetas; fumando y disfrutando del silencio que ensordecía con voz
femenina; los labios blancos marcaban caricias en mi mejilla y en un instante eran los
brazos, un par de ojos brillantes enfocando mi mirada y eras tan alta, tan vivaz y tan hermosamente delicada y
yo... un semblante oscuro pegado a una banqueta en el seno de una noche. Y ahora estoy aquí frente a un mural leyendo tu
mensaje, es por eso que pienso... "morirás en la búsqueda, porque ya encontraste lo que yo he
perdido"; y ojalá me perdones Raquel.
|
      Â

|