NIEBLA

CARLOS MANUEL LOPEZ

“Ard�a en deseos de comunicar a alguien sus recuerdos, pero le era imposible hablar de su amor en casa”. Chejov, La Dama del Perrito.

GUILFORD ST. 37

John volv�a rutinariamente de su trabajo en el museo Brit�nico a las 20:30, saludaba a su mujer y a su hija con un beso, preguntaba sobre las novedades del d�a, ve�a un rato la televisi�n, cenaba y luego se iba a dormir. A veces, aunque la tendencia era decreciente con los a�os, hac�a el amor con su mujer. Se levantaba a las 07:30 para ir al trabajo y luego de desayunar y saludar a su mujer con otro beso, dejaba a su hija en el colegio y compraba el diario. Algunos d�as se cruzaba en el trayecto con alg�n vecino o conocido a quien saludaba en forma mec�nica pero amable.

Los d�as viernes romp�a la costumbre diaria y se juntaba con algunos amigos en el Dirty’s Dick Pub, donde se discut�a de f�tbol, se contaban fantasiosas historias en las cuales cada uno de ellos hab�a protagonizado alguna aventura en el pasado y se intercambiaban los chismes de sus conocidos, de hechos ocurridos en sus barrios o trabajos y de sus familias. Los s�bados a la tarde iba a la cancha a ver los partidos de su equipo, el Tottenham Hotspurs y los domingos los dedicaba a hacer paseos con su familia o visitar a alg�n familiar o amigo.

Viv�a  en el numero 37 de la calle Guilford del barrio de Bloomsbury, su cuadra que se caracterizaba por tener varias casas antiguas id�nticas, que cada vecino se esmeraba en personalizar, pintando sus puertas de colores diferentes.

Una noche del invierno pasado John, volvi� de su trabajo m�s tarde que lo de costumbre, debido a que esa tarde hab�an despachado para Nueva York valiosas piezas Egipcias de la colecci�n del museo. El hab�a tenido que verificar su correcto embalaje y fotografiarlas y tambi�n verificar los remitos con los representantes de la compa��a de seguros. Como eran las once de la noche decidi� irse a su casa y regresar al d�a siguiente temprano para terminar el trabajo. Para no olvidarse puso la alarma de su reloj pulsera a las 05:30 y sali� del museo. Pese a la espesa niebla reinante, que apenas permit�a divisar lo que  pisaba, John se dirigi� hacia su casa en forma segura, pues conoc�a el trayecto como a la palma de su mano, por haberlo recorrido miles de veces. Al llegar a su casa no le sorprendi� demasiado encontrar todas las luces apagadas, dado que le hab�a advertido a su mujer sobre su posible demora. Pas� por el ba�o y luego como estaba un poco cansado y ya hab�a comido un sanwich, fue directamente a su habitaci�n. Entro sin hacer ruido y sin prender las luces y se meti� en la cama. Como hac�a fr�o acerc� sus pies a los de su mujer y la abraz�. Ella pr�cticamente dormida giro su cuerpo hacia el  lado de John y se acurruc� contra �l. John al sentir el cuerpo caliente comenz� a acariciarla suavemente, deslizando sus manos entre la ropa de su mujer. Los suaves gemidos de ella excitaron a John y las caricias se fueron inflamando y los dos fueron perdiendo de a poco la ropa. Entre abrazos, besos y caricias, probaron cada forma de estar cada vez m�s juntos, cada forma de excitarse m�s, de excitar al otro. Esa noche hicieron el amor como nunca.  

A la ma�ana siguiente John se levant� al escuchar la alarma de su reloj, se visti�, le di� un beso a su mujer y parti� para el museo.  Al salir de la casa le result� poco familiar el color de la puerta, pero como estaba todav�a un poco dormido no le llam� la atenci�n que el n�mero en el indicador de la misma fuera el 35.

 

12 de mayo de 1997

            

 

 

Logo3.jpg (1650 bytes)
Artesanos - Escritores - Escultores - Fot�grafos - Pintores - Miscel�neas - Graffiti - Villa Sabina
Gacetilla - Libro de Visitas - Concursos y Eventos - Premio Mecenas - Enlaces - Cont�ctenos
Ediciones Anteriores: Abril  -  Mayo  -  Junio   -  Julio  -  Agosto  -  Septiembre  -  Octubre  -  Noviembre  -  Diciembre 
2001:  Enero  -  Febrero  -  Marzo  -  Abril  -  Mayo  -  Junio
Copyright � 2000/2001  cayomecenas.com - Todos los derechos reservados.