MARUJA TORRES: VIDA DE NOVELA

Carlos Yusti

 

            Maruja Torres es una escritora que viene del periodismo. No de ese periodismo comod�n de oficina con diploma universitario y ordenador, sino de ese periodismo de mala leche que sale a la calle a entromparse con los hechos, que serpentea por una trinchera de un pa�s en guerra o se mete por el barrio de mala madre para escribir los centimetrajes (con toda la pasi�n del caso) justo antes que cierre la edici�n de la tarde. Maruja Torres es una de esas escritoras que sabe imprimirle sangre, piel y nervios a las palabras. A veces guarra. A veces tierna. No se olvida que la escritura tambi�n es cachondeo, juego, humor y villan�a.

            En su libro �Mujer en guerra� pasa revista a su vida traspapelada con su oficio de periodista. Su adolec�a transcurre en Barcelona. El aire est� cargado a misa en domingo y a censura. Todo el ambiente es compacto, cohibido y pacato. El padre hace rato ech� pie y ella se qued� sola con su madre en el Barrio Chino. Salir adelante no ser�a f�cil, adem�s las perspectivas a futuro no eran del todo luminosas o como ella lo escribe: �Descartada la posibilidad de hacerme puta o la de casarme antes de tiempo(�) mi destino natural fue aprender taquimecanograf�a�� As� comenz� su peregrinaje por oficinas haci�ndola de secretaria a destajo y su amistad con otro ilustre desconocido Terenci Moix, que la encamin� hacia los libros y la buena lectura.

            El primer contacto de Maruja Torres con el periodismo fue producto de esa impulsividad que nunca la abandonado. Envi� una carta (que era algo as� como un erizo con acne y furor juvenil) a un peri�dico y la dichosa carta impresion� a Carmen Kurtz y esta la public� en el diario la prensa. La carta era un men� de frustres y de la pocas posibilidades que ten�an los j�venes para hacerse un espacio. Carmen Kurtz aparte de darle cabida a la carta en el diario hizo las gestiones necesarias para que la escritora de la misma tuviera una oportunidad en el peri�dico. De all� Maruja Torres pas� a la revista �Fotogramas� donde su aprendizaje transcurri� entre cin�filos, actrices, actores y divas de la noche. Se movi� de perlas entre la fauna de la far�ndula, luego le entro el aburrimiento y decide largarse a Madrid. Vende un televisor y uno que otro cachivache  dom�stico para costearse el pasaje. All� entra a trabajar �El Pa�s�, luego estar�a en �Cambio 16� hasta volver de nuevo a �El Pa�s� con todos los honores y mejor sueldo.

            En �Fotogramas�, una revista especializada en cine, Maruja Torres fue meti�ndose en el oficio. Para sus reportajes iba hasta lo �ltimo. Se disfrazaba. Conviv�a con sus v�ctimas, es decir con los protagonistas del reportaje. Convivi� a veces d�as u horas con algunas estrellas, emergentes o consagradas, de la far�ndula espa�ola. Sus reportajes no se entreten�an con los manuales de buenas costumbres. Era una zafia y toda lo contaba con pelos y se�ales. Claro era joven y le gustaba sacar sus garras entre p�rrafo y p�rrafo. Sus v�ctimas (o crucificadas) predilectas fueron las madres superioras del destape/desmadre que en los a�os 70 daban la pauta en eso de aperturismo y hac�an furor mostrando sus senos y sus sexos resecos de tanto franquismo. Maruja Torres no les perdonaba en ning�n sentido y se convirti� en una atacante deslenguada. Sus textos rezumaban chispa e iron�a o como ella misma lo escribi�: �Sol�an ser personas f�ciles de crucificar, y yo era entonces novata e implacable. Pasaron por mis afilados colmillos Agatha Lys, que iba de Monroe a la espa�ola y me recibi� cubierta solo por una malla dorada de cuello a tobillos y con el pubis te�ido a juego con el pelo oxigenado; B�rbara Rey, entonces diva televisiva por antonomasia, hizo que su asistenta me prepara una paella a la valenciana a la olla a presi�n que habr�a desanimado a Pepe Carvalho�.

            Luego fue estar de corresponsal en varios pa�ses. De ir follando aqu� y all�. De escribir sin feminismos a cuestas ni otros traumas vaginales que le estropearan el estilo. Tambi�n tuvo su pasant�a hippye, su traves�a comeflor sin consecuencias lamentables. Sus tips sobre el trabajo period�sticos son memorables:

�A menudo, una foto mienta m�s que mil palabras�.

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 �Nadie se hace rico folio a folio, escribiendo honestamente. Deshonestamente, puedes hacerlo: apunt�ndote a veinte tertulias al mes para lamerle el culo en p�blico a una serie de gentuza, y aceptando ingresos por escribir bien de un, pongamos, un banquero�.

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�Una fren�tica necesidad de seguridad hace que muchos confundan el oficio con un empleo. Necesidad que puede convertir al periodista en un lacayo�.

Maruja Torres ha vivido a lo bestia y ha escrito con sa�a y poes�a sin descanso. Ahora obtiene el premio Planeta 2000 con la novela �Mientras vivimos� que rastrea la vida de tres mujeres. O como ella lo ha explicado: �La novela re�ne tres vidas de mujeres: una que lucha por ser escritora, otra que ya ha triunfado y que �s�lo aparentemente� lo tiene todo y una tercera, ya fallecida, que pasa a las otras dos la antorcha de vivir con dignidad�

En las ruedas de prensa respectivas ha declarado que la idea de presentarse al premio fue de Terenci Moix. De igual modo explic� algo sobre Carmen Kurtz su maestra indiscutible: �Con �Un calor tan cercano� ajust� cuentas al convertir en literatura algo que me hab�a concernido. Pero me quedaban sentimientos y personajes sueltos; desde el recuerdo de Carmen Kurtz, que fue mi maestra, tom� forma esta novela en la que no hay ajuste de cuentas, sino alegr�a por reencontrarme con mi pasado�

Con honestidad declar�:�Yo no creo en la posteridad, entre otras cosas porque no voy a estar en ella.  Estoy acostumbrada a escribir en prensa diaria y que me lean enseguida. Dejo suelto mi ego y quiero la m�xima difusi�n para este libro�

Maruja Torres es un nombre enorme en el columnismo de la prensa espa�ola. Hay que leerla para descubrir su acertado manejo de las palabras. Posee un desenfado socarr�n y exquisito que deja flotando en cada l�nea: �Seamos serios. �Qui�n se conformar�a con ser solo William Shakespeare o Laurence Olivier, pudiendo disfrutar del status de Papa en Roma, y disponer del mundo entero como escenario?�. Tambi�n sus escritos menudos para los diarios y revistas tiene una garra po�tica libre de todo lirismo mentecato: �Bogart est� en mucho de lo que leemos: en el g�nero policiaco o en la novela negra; y en algunos relatos cl�sicos de Hemingway. Porque lo que le confiere a este actor, o, mejor dicho, a este personaje del cine, una extraordinaria modernidad, una capacidad indefinida para perdurar, es que encarn� mejor que nadie al hombre de este siglo, forjado en las trincheras de guerras enga�osas y decepcionantes posguerras; inevitablemente descre�do y, pese a todo, con cierta humedad rom�ntica en el fondo de los ojos, un melanc�lico brindis por el amor perdido�. As� escribe Maruja Torres. Tiene el tino exacto de una gran observadora l�cida y desenga�ada.

Su vida es una novela estrafalaria, desaforada y con sus inevitables ondulaciones de penas y alegr�as. La leemos a pedazos cuando escribe la columna o la novela; no obstante ella esta lejos de ser un personaje y esta bastante cerca de ser una mujer que escribe sin otra pretensi�n que traspapelarse con la poes�a de la vida y tratando de no convertirse, como ella misma dice, en una lagartona con ordenador.

 

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