APRENDIZAJES Y REFLEXIONES 

Sara Becker



Los chicos crecen, y esa es una realidad inexorable. No piden permiso para hacerlo, lo hacen independientemente de nosotros. Crecen, porque el tiempo transcurre y no se detiene, ni para ellos ni para nosotros, sus padres. 

Crecen con rituales de obediencia org�nica y desobediencia civil.  Pero no nos damos cuenta de cuan r�pido lo hacen; ocurre que los estamos meciendo en nuestros brazos, de pronto ya los llevamos tomados de las manos, luego, ya caminan a nuestro lado sin necesitar sostenerse...y de pronto, se lanzan con los cabellos sueltos sobre veloces patinetas y patines, con un walkman pegado a sus orejas. 

Y comienzan las �pocas en que los esperamos en la puerta de las discotecas, esperando a que aparezcan y, cuando lo hacen, respiramos aliviados.  Pero llega un momento en que nos dicen que no hace falta que los vayamos a buscar, porque ya no son peque�os. Y es entonces cuando los miramos y los vemos crecidos, muy altos, casi tanto o m�s que nosotros. 

En nuestros cabellos ya asoman las canas y comprendemos que esos son los hijos que conseguimos generar a pesar de los vientos, de las noticias, de todos los problemas y de la dictadura de las horas. 

Crecieron observando nuestros aciertos y nuestros errores, y nosotros esperamos que ellos no repitan esos errores. Y los padres nos damos cuenta que se fueron para siempre esas �pocas en que los llev�bamos a las clases de piano, de ballet, de ingl�s, de nataci�n, de karate. 

Nos hicieron a un lado para ponerse tras el volante de sus propias vidas. Y nosotros quedamos con la idea de que, quiz�s, deber�amos haber ido m�s veces junto a sus camas para verlos dormir intentando adivinar sus sue�os, y nos reprochamos no haberles comprado m�s ropa, m�s helados, haberlos llevado m�s al cine, o haber paseado m�s con ellos. 

Pero ya crecieron y nosotros sentimos que dentro nuestro qued� demasiado afecto que no supimos darles. Antes el tiempo no nos alcanzaba...ahora nos sobra. Y s�lo podemos mirar desde lejos c�mo encauzan sus vidas, y rezamos para que sepan escoger el camino que los conduzca a la felicidad. 

Y con tanto tiempo ocioso que nos queda, s�lo nos resta esperar. Porque en cualquier momento nos pueden dar nietos. Y los nietos son la hora del cari�o ocioso y la picard�a que no ejercimos con nuestros hijos. 

Por eso ha de ser que los abuelos consienten tanto a sus nietos. Mi madre sol�a decir que los hijos son el capital y los nietos la renta del mismo. Yo creo que los nietos son la �ltima oportunidad de reeditar nuestro amor. 

Y reflexionando acerca de todo esto llego a la conclusi�n que se aprende a ser hijo tan s�lo despu�s de ser padre...y que s�lo se aprende a ser padre despu�s de que se es abuelo. 

Quiz�s s�lo uno aprende a vivir cuando ya no tiene m�s vida.

           

 

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