DIEGO RODRIGUEZ DE SILVA Y VELAZQUEZ
Las hilanderas o "La fábula de Aracné"
Ana María Nemi G.
Diego Rodríguez De Silva y Velázquez, es uno de los mayores exponentes
de la pintura española, no solo en su período barroco, sino a lo largo de toda
su historia. De hecho, Velázquez está actualmente considerado como uno de los
más grandes pintores de la Humanidad.
Muchos artistas nos hablan, a través de sus obras, de sus sentimientos, sus
inquietudes, sus aspiraciones, en la historia de su creatividad, el lugar que
creen ocupar en la sociedad donde les ha tocado vivir y de su entorno. Uno
de ésos casos es el de Velázquez. La reputación que fue adquiriendo le
llevó a la Corte madrileña en 1623, de la mano del Conde-Duque de Olivares,
donde pintó un retrato del rey Felipe IV, a quien gustó tanto la obra que lo
nombró pintor de la corte. Tras este hecho, la carrera en ascenso del
pintor sevillano fue fulminante, recibiendo numerosos títulos y condecoraciones
como el de Ujier de cámara y Caballero de la Orden de Santiago.
El sueño de Aracné (más conocido popularmente como Las hilanderas) es
una de las obras más interesantes y enigmáticas de su taller. Allí vemos a la
diosa Minerva, disputar con Aracné sobre cuál de las dos era más hábil en el
arte de la tapicería. Y lo hacen delante de un tapiz que representa el rapto de
Europa, por Júpiter. Éste era el padre de la diosa. Velázquez, insertó
en su obra una imagen que solo podían reconocer los entendidos. La inclusión
de la imagen tenía un alcance más allá de la propia historia de Minerva y
Aracné.Â
En primer plano vemos a dos mujeres que imitan en su postura, a las figuras que
en la Capilla Sixtina están a los lados de la Sibila Pérsica, están
preparando las lanas para el tapiz. La obrera de espaldas representa a Aracné
trabajando en la devanadora y la vieja de la izquierda, a Minerva. Como se ve en
la imagen de la izquierda donde podemos apreciar uno de los alardes pictóricos
del maestro: pinta por primera vez el movimiento.
Detrás de ellas se puede observar a otras cinco mujeres ricamente ataviadas y
con un fondo de tapices. En el plano más alejado de la sala de trabajo es
donde se desarrolla el argumento de la fábula, mientras que en primer plano se
desenvuelve la actividad del taller. El jurado dictaminó un empate entre
las protagonistas del mito. Atenea castigó a Aracné convirtiéndola en araña
para que tejiera durante toda su vida.Â
No cabe duda de que estamos ante una de las mejores obras en la que Velázquez
ha sabido dar sensación de movimiento, como se aprecia en la rueca de la
izquierda, cuyos radios no vemos donde no representa el instrumento sino el
movimiento mismo. La figura de la derecha devana la lana con tanta rapidez que
pareciera tener seis dedos.  También hay que destacar el efecto
atmosférico, es decir, la sensación de que entre las figuras hay aire que
distorsiona los contornos y hace que las mismas se vean borrosas. En la técnica
de Velázquez juegan un papel importantísimo su aprendizaje en Italia, la
herencia Veneciana en cuanto al color y a la luz, sobretodo de Tiziano, en parte
filtrados por la figura de Rubens, de quien aprendió ciertos procedimientos técnicos,
como su evolución hacia la transparencia, pincelada suave y suelta.Â
Los inventarios de las colecciones reales que registran los cuadros de Velázquez,
no mencionan a Las Hilanderas hasta el año 1772 en que se le cita en el palacio
como procedente del Buen Retiro y bajo el título de "una fábrica de
tapices y varias mujeres hilando y devanado". En el de 1794 se dice: "cuadro
llamado de las Hilanderas". Aproximadamente en los años cuarenta de
nuestro siglo, hubo autores que, basándose en la propia entidad del cuadro y en
esa complejidad de significados que nos ofrecen algunos de los lienzos más
significativos de Velázquez, se resistieron a interpretarlo como una sencilla
escena cotidiana. Sus dudas se despejaron poco después, cuando se halló un
inventario de las pinturas que poseía el montero del rey Felipe IV, Don Pedro
de Arce, en el que figuraba una "Fábula de Aracné", de Velázquez",
no conocida hasta el momento.
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Durante mucho tiempo se consideró a estas
"Hilanderas" como un cuadro de género en el que se mostraba a
unas mujeres trabajando en el taller de la fábrica de tapices de Santa
Isabel, hoy ya está probado que se trata de un tema mitológico.
En ambos espacios puede apreciarse un estudio de luz tan magnífico y
cuidado, y una soltura y libertad tal de pinceladas, que hacen de este
cuadro uno de los más apreciados antecedentes del Impresionismo.Â
La "Fábula de Aracne", recogida de "Las Metamorfosis"
de Ovidio", narra la contienda entre Minerva, diosa de las artes y
de la guerra, y la orgullosa Aracné, una de las mejores tejedoras de
Lidia, Grecia. Sus bordados eran tan maravillosos que la gente decía
que esa habilidad se la había otorgado Palas Atenea, Diosa de laÂ
Sabiduría y patrona de los Artesanos. Pero Aracné era muy vanidosa y
decía siempre que ella era la mejor. |
La diosa quiso darle un escarmiento a Aracné y bajó desde el Olimpo a la
Tierra para aceptar su reto. La osadía de la joven no tuvo límites al
representar en su obra una de las aventuras amorosas del padre de la diosa, Júpiter. Â
Atenea furiosa rompe el tapiz y castiga a Aracné, transformándola en araña
para que siempre haga lo que se le da muy bien: tejer hilo.
Con ésta fábula, Velázquez quiere indicarnos que la pintura es un arte
liberal, igual que el tejido de los tapices, no una artesanía como la labor que
realizan las mujeres en primer término.
Es una obra de gran armonía compositiva basada en las relaciones de luz, ritmo
y color. La luz el fondo crea una gradación de contraluces alterada por un foco
que ilumina el primer plano. Es admirable que con tan escaso colorido se
obtenga esa excelente luminosidad. Solo un pintor como Velázquez, que
sabe liberarse de ataduras y convenciones es capaz de manifestar a su antojo y
renovar un repertorio narrativo tantas veces usado como la mitología.

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