UN MUSEO DE BELLAS ARTES PARA BARQUISIMETO Willy Aranguren* Barquisimeto merece realmente poseer un Museo de Bellas Artes. Es m�s bien una necesidad creada e impuesta, dig�moslo as�, por cuanto se lo ha ganado, por supuesto al lado del Estado Lara, debido a su trayectoria hist�rica como uno de los sitios del pa�s, donde estas manifestaciones han sido permanentes, constantes o brillantes, si a ver vamos, desde el punto de vista de la Historia del Arte del pa�s. Su vocaci�n art�stica podr�a decirse que es milenaria cuando se inicia con el Arte Prehisp�nico. Su trascendencia se refleja, durante el per�odo colonial, con la presencia del Pintor del Tocuyo y con las Escuelas de Artes ubicadas en El Tocuyo o en R�o Tocuyo, en sana y audaz competencia con otros �polos de desarrollo pl�stico� del pa�s, como M�rida, Trujillo, o incluso Caracas. Luego tendr�amos que, a pesar de las condiciones adversas del Siglo XIX, la tradici�n de la pintura colonial, lleg� a asomarse, en una serie de representantes quienes todav�a pueden considerarse como pintores artesanales o como tallistas. Sin embargo, este mismo Siglo nos depara la creaci�n de la Escuela de Artes y Oficios(1883), en pleno casco de Barquisimeto, por Rafael Antonio Pino, una de las referencias fundamentales de la Educaci�n Art�stica del pa�s, en competencia con Caracas y adelant�ndosele a Maracaibo, Valencia o M�rida. Pero es indudable que el espaldarazo definitivo a la consecuci�n de un fuerte status lo aporta la creaci�n de la Escuela de Artes Pl�sticas de Barquisimeto, en 1936, con Rafael Monasterios, sin olvidar que, dentro del proceso hist�rico antes de esta fecha van a estar presentes en la ciudad y en el estado, pintores decoradores, fot�grafos ambulantes, gentes de oficios que si bien no hicieron una obra fecunda, tienen su digno papel, dentro de las artes, en tanto forma de ganarse la vida. Barquisimeto llega a la modernidad de la mano del Pintor Larense y barquisimetano por antonomasia, Monasterios. Desde ese entonces, sin querer imponer una tesis desarrollista, habr� en la ciudad toda una serie de momentos pujantes, destacables, aut�nomos y concatenados, con peso propio y peso espec�fico en la historia, como por ejemplo la presencia y las manifestaciones del paisajismo de la ciudad y del estado, la presencia de otras modalidades de pintura, la labor de Jos� Requena, Trino Orozco, las realizaciones de los p�rvulos de Monasterios y de Requena, la intervenci�n de Sim�n Gouverneur, la permanencia actual de quienes fueron sus disc�pulos, una figuraci�n inobjetable del arte popular, toda una serie de artistas que han descollado a nivel nacional, de forma protag�nica, como el mismo Monasterios, Requena, Orozco, Julio T. Arze, �ngel Hurtado, Edgar S�nchez, Esteban Castillo, Carlos Medina, Boris Ram�rez Dalla, Jos� Sigala, Alexander Ap�stol, Leonardo Figueroa, entre algunos otros. Todo ello, todo este panorama, si se ve desde el amplio espectro de Venezuela y de Am�rica Latina, tiene un valor incuestionable y poderoso, sin caer en chauvinismos exagerados y m�s bien pensando en las posibilidades de reconocimiento, de autoestima, de bases para una educaci�n art�stica y hol�stica, de afirmaci�n de lo larense-venezolano. Lo que quiere decir que, desde el punto de vista hist�rico, de los momentos y de las representaciones tangibles, Barquisimeto merece tener un Museo de Bellas Artes (que por cierto se quiso hacer a principios de los a�os sesenta), como lo tiene Maracaibo, Valencia, M�rida, Ciudad Bol�var, en ciertos casos con mucho m�s derecho o trayectoria que estas ciudades hermanas. Podr�a objetarse que ya el Museo de Barquisimeto ha suplido esta carencia y en parte podr�a ser cierto. Pero el Museo de Barquisimeto, es el Museo de la Ciudad, no el Museo de las Artes Visuales de Lara y su vocaci�n es, desde su nacimiento, y en enhorabuena, otra, que tiene que ver con el patrimonio tangible o no tangible de Barquisimeto. El Museo afortunadamente ha hecho descubrir realidades escondidas o cotidianas de la ciudad, con exposiciones como las referidas al Manteco, al Base ball, al barro como elemento de creaci�n, a las comunicaciones, un tanto al r�o Turbio, a otras manifestaciones desde el punto de vista antropol�gico. A ratos ha descubierto la trayectoria de nuestras artes visuales, s�lo como un elemento m�s pero no naci� con la vocaci�n de ser el coleccionista del Estado, el que s�lo vela, estudia, resguarda, da a conocer las artes visuales larenses. Las colecciones se han conformado por la necesidad habida de resguardar un patrimonio, pero sin un capital monetario para ello; m�s bien por donaciones, por la herencia que ven�a arrastr�ndose �como maleta mal hecha�, de toda una serie de obras que permanec�an �del tumbo al tambo�, hasta llegar al Centro de Historia Larense. Enhorabuena que llegaron al Museo de Barquisimeto, donde pudimos trabajar, verlas, exhibirlas, en algunas oportunidades. Y como quiera que el Museo no fue conformado en principio para coleccionar, pues por supuesto tiene sus vac�os o fallas destacables a saber: no hay representaci�n del Pintor del Tocuyo o de las Escuelas de El Tocuyo o R�o Tocuyo, no hay una �tablita� con un santo milagroso, como s� lo hay por ejemplo en el Museo �Emilia Rosa Gil� (Humocaro Bajo), no existe representaci�n de la obra de Rafael Antonio Pino (y si la tiene el Museo �Lisandro Alvarado�, o Duaca, El Tocuyo, Qu�bor, la Iglesia de La Concepci�n, de Barquisimeto, o el Museo Bolivariano de Caracas); no tiene, por supuesto, una buena representaci�n del arte fotogr�fico larense, no se posee una representaci�n de Julio Teodoro Arze y menos a�n de Rafael Monasterios, de un �paisaje monasteriano�; est�n representados los disc�pulos de Monasterios, en parte gracias a esas herencias y por donaciones como la efectuada por el finado Arturo Quintero Duim. Pero siguiendo, con el paisajismo, caro a nuestra idiosincrasia pl�stica, adolecemos de la presencia de obras de Edgar S�nchez, Esteban Castillo, C�sar Andrade, Manuel Rivero, Jorge Arteaga, Aguedo Parra, S�crates Escalona, Ofelia de Requena, Hugo Daza (su representaci�n es lamentablemente deficiente y hemos visto obras hermosas de los 50), Edmundo Alvarado, entre otros; luego poco han sido abordadas las generaciones aparecidas en los a�os setenta, ya con otras motivaciones mayormente contempor�neas y alejadas del paisajismo tradicional. Y as� sucesivamente podr�amos traer a colaci�n otras carencias o realidades, sin menospreciar el esfuerzo que ha hecho nuestro Museo de Barquisimeto, asunto que me consta, pues trabaj� diez a�os en �l. Fueron infructuosas por ejemplo, en tres oportunidades, las campa�as para adquirir un Rafael Monasterios. Un Museo de Bellas Artes para Barquisimeto tendr�a que ser, am�n de su vocaci�n de coleccionista o lugar donde se resguarda la memoria pl�stica de la ciudad y del Estado, un ente social y fundamental para la educaci�n que ser�a su m�xima raz�n de ser, ligada a los procesos educativos formales e informales, desde la Direcci�n de Educaci�n, el Ministerio de la Cultura, desde la Direcci�n de Artes Visuales y de Museos del CONAC, desde s� mismo. Y tambi�n tendr�a que ser un ente que investigue estas realidades hist�rico-regionales, desde la visi�n venezolana y latinoamericana, que investigue procesos y que desde esos procesos se realicen las adquisiciones, las motivaciones de difusi�n. Un Museo de Bellas Artes de Barquisimeto deber�a tener sus salas permanentes, al lado de exposiciones temporales, pero dentro de la misma colecci�n, a manera de tem�ticas. Deber�a ocuparse de realizar investigaciones antol�gicas en torno a tal o cual movimiento o artista y que sus salas, su ingerencia en el proceso educativo tenga que ver con estos estudios, con estas manifestaciones. M�xime ahora cuando la Universidad Centro Occidental �Lisandro Alvarado� (UCLA), comenzar� la licenciatura en Artes Visuales. Un Museo de Bellas Artes no debe estar a espaldas de los procesos de creaci�n del pueblo, que no han sido acad�micos, pero que se encuentran presentes, como son los casos o la representatividad de un Pablito Su�rez, Pedro Fuentes, Mar�a Mollejas de Rojas, Miguel �ngel Peraza, Cirilo Rodr�guez. *Cr�tico de Arte-Asociaci�n Internacional de Cr�ticos de Arte (AICA). Cap�tulo Venezolano, |
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