CER�MICA: TIERRA, FUEGO, AGUA Y AIRE

Mar�a Victoria S�arez

 

La TIERRA proporciona cer�mica de una manera sorprendente.  Incluso en una pala de jard�n llena de tierra se observa una variaci�n de peque�os trozos esmaltados azules y blancos.  Si no se revuelve, fragmentos de piezas y tierra arcillosa pueden yacer unidos e inmutables durante siglos.

Vale la pena contemplar un trozo de cer�mica: puede tener una historia que contar.  Teniendo en cuenta que el origen de la cer�mica coincide con el de la civilizaci�n, la cer�mica no se deteriora como el hierro y la madera, sus restos en un en un emplazamiento arqueol�gico son tan comunes como lo puede ser la mala hierba.

La arcilla es granito erosionado, descompuesto, y est� constituido principalmente por al�mina y s�lice.  Cuando yace en profundas capas cerca de su nacimiento casi siempre es muy pura., como en el caso de algunos yacimientos de arcilla que rodean los afloramientos de granito.  La  arcilla hace correr las AGUAS de color blanco, y los montones de deshecho de donde se extrae tienen la misma apariencia fantasmal que las monta�as de la Luna.  El caol�n que se encuentra en estas zonas es la arcilla “madre”, compuesta solo de s�lice, al�mina y AGUA.  Todos sus derivados contienen impurezas y, aunque parezca extra�o, son precisamente �stas, las que proporcionan arcillas de caracter�sticas y propiedades adecuadas para el taller del ceramista en cuanto a color y a textura se refiere.

Cuanto m�s s�lice y al�mina arrastre el AGUA de lluvia desde la roca madre con su efecto penetrante por la gravedad, m�s probable es que a la vez vaya recogiendo otros materiales.  La arcilla que aparece frecuentemente como material de dep�sito (transportado y sedimentado baja el agua, por ejemplo), y particularmente en zonas geol�gicas nuevas, contiene granos de s�lice como la arena.  La extra�da al abrir caminos, y a menudo transportada a jardines, suele ser de color amarillo o gris azulado por sus componentes, principalmente el hierro, que ha penetrado en la arcilla y se ha fusionado en las arcillas �speras.  Hay zonas en el que puede distinguirse el hierro que contiene por el color rosa oxidado que adquieren al cocerse en el horno, adem�s de otros elementos como el calcio, el titanio, el sodio y el potasio, que aparecen en peque�as, pero en significativas proporciones.

El ceramista no necesita saber de qu�mica para descubrir que cuanto m�s impura es la arcilla, mejor calidad para trabajarla.  Esto no significa que una pieza pueda tornearse conteniendo ra�ces, hojas secas o caracolas.  Una vez cribada de materia org�nica, el buscador aficionado de arcilla debe ponerle aditivos como arena fina o bentonita para hacerla pl�stica o maleable de nuevo.  Es muy tentador utilizar arcilla que uno mismo ha extra�do del suelo con su propia pala, pero es terriblemente cansado.  Se necesita todav�a mucha energ�a al final del c�a para poder luego empezar a trabajarla.  La arcilla necesita condicionarse con a�os de exposici�n a la temperatura ambiente, y a su tamizaci�n y homogeneizaci�n es un trabajo lento y laborioso.  Deben hacerse pruebas de calidad para poder trabajarla, y una vez cocida, de fragilidad y encogimiento.  Despu�s de preparada y modelada con los aditivos, la arcilla casera puede decepcionarnos si en el horno pierde su color peculiar o si estalla o se resquebraja bajo la tensi�n a alta temperatura.

El ceramista se beneficia al emplear arcilla cuidadosamente preparada para uso industrial, a menudo mezcla de materiales de origen diverso, y si est� interesado en conocer los componentes qu�micos, los proveedores le pueden proporcionar un an�lisis.  La materia prima es conocida generalmente como cuerpo, y este cuerpo est� revestido con vidriado en forma de esmalte, aunque en piezas como las macetas, que normalmente tienen poros, el cuerpo est� desnudo.

Realizaci�n de una pieza

El proceso para realizar una pieza es el siguiente.  La forma se consigue por uno de estos tres m�todos.  Se moldea en el torno, a mano y sin ayuda mec�nica, o con barbotina o barro con moldes u otros utensilios industriales.  Despu�s de darle forma a la pieza con barro h�medo o en esta pl�stico, se seca completamente al AIRE libre antes de ponerla a cocer en el horno; su tama�o se reduce al perder el agua sobrante.

En el horno se encoge de nuevo cuando el agua es absorbida qu�micamente por la arcilla a una temperatura de unos 600�C, la normal de cualquier objeto sobre un radiador el�ctrico o la de la punta de un cigarrillo encendido.   La temperatura en el horno sube por lo general a unos 1000-1.100�C, y despu�s de apagarlo y dejarlo enfriar la pieza se saca s�lida, insoluble, firme y porosa.  Todo este proceso recibe el nombre de bizcocho.  La pieza se cubre luego con vidrio en polvo o con componentes de vidrio, y vuelve a cocerse en el horno para fundir y volver a solidificar esta nueva capa a fin de que se transforme en una superficie esmaltada.  El resultado es una pieza nada porosa.  A esta segunda cocci�n se le llama vidriado o cocci�n de esmalte.

Si se quiere complicar el tema, otro m�todo de hacer cer�mica es el de combinar las dos t�cnicas anteriores en una sola, proceso conocido como monococci�n en el que la pieza ha de someterse una sola vez a la prueba de alta temperatura.  Como desventaja tiene un alto �ndice de roturas.

La decoraci�n de las piezas puede efectuarse en cualquier etapa de su ejecuci�n, ya sea sobre el barro fresco, cuando esta en calidad cuero o cuando esta bizcochado.  Tambi�n se puede realizar una vez realizada la segunda cocci�n, en este proceso emplear�amos tres cocciones (o segunda cocci�n de esmalte).

Bajas y altas temperaturas

Los t�rminos de bajas y altas temperaturas, describen las dos principales clases de cer�mica, y son el resultado de una segunda cocci�n (cocci�n de esmalte) a diferentes temperaturas.  La baja temperatura se cuece entre los 1000 y 1.100�C, no cambia la consistencia interna de la pieza.  Alrededor de los 1.150�C, el barro empieza a vitrificar o a consolidarse como una masa s�lida no porosa.  En el momento que se vitrifica la pieza se transforma se gresifica.  La mayor parte de las cocciones de alta temperaturas se hacen a unos 1250 y 1300�C.

El cuerpo de la arcilla, el esmalte y el horno deben ajustarse a una temperatura id�nea, ya que los esmaltes tienen unas formulas que deben  “madurar” a temperaturas concretas y son mejores si oscilan como m�ximo 10�C dentro de la temperatura establecida.  No hay que intentar cocer el barro o calentar un horno a temperaturas m�s altas que su m�xima establecida, hay que asegurarse que el esmalte es el correcto para la temperatura que se va a poner. 

Los esmaltes de baja temperatura suelen ser m�s brillantes y luminosos.  Los de alta temperatura suelen ser m�s compactos porque la arcilla que contiene gresifica, por esta raz�n, las piezas suelen ser m�s pesadas y los esmaltes casi siempre son m�s oscuros y muy a menudo jaspeados.  Una especialidad conocida dentro de la alta temperatura es la porcelana, que suele ser transl�cida y ligera porque es muy fina; �sta precisa de una arcilla y un esmalte especiales y puros que se cuece a altas temperaturas.

Para el principiante le resultar� m�s f�cil emplear barros de alta temperatura.  La baja temperatura exige una mayor precisi�n de modelado para alcanzar un buen resultado.  La raz�n por la que la mayor parte de la cer�mica industrial es de baja temperatura es porque precisa menos energ�a en el horno para acabar de cocerse.

Tal vez es el acabado preciso de la baja temperatura industrial junto con su habitual dise�o fr�o lo que ha motivado que la imperfecci�n en la manufactura se asocie a vivacidad formal.  Una pieza industrial hecha en serie no es necesariamente anodina y fr�a, como tampoco una pieza hecha a mano ha de ser por ello imperfecta.  Resulta curioso comprobar que existen dos tipos de objetos est�ndar que a la gente le gusta comprar: tazas de caf� y cacerolas para poner en el horno, de realizaci�n defectuosa, cuando esa misma gente es capaz de criticar una silla de comedor o una m�quina de afeitar por un m�nimo fallo.  Y es que han perdido su capacidad de opinar sobre artesan�a, pues utilizan los mismos criterios que cuando opinan sobre maquinas de precisi�n.  El taller de un ceramista no es un lugar para trabajos de precisi�n, aunque esto no signifique una excusa para hacer el trabajo mal o inacabado.  Piezas defectuosas o hechas precipitadamente tienen a�n menos sentido si se piensa en el tiempo que se emplear�a para hacer una sola pieza.

De todas formas empezar hablando de los modelos est�ndar es un error,  ya que has que no se ha completado una pieza no hay porque juzgar los dem�s.  A un principiante se le desvanecen las ilusiones cuando, ya en la primera clase, espera regresar a casa cargado de piezas.  Aprender cer�mica no consiste en un salto seguro y r�pido, sino en una serie de pasos hacia delante y, de vez en cuando algunos hacia atr�s.  Pero cuando progresamos y somos capaces de crear y realizar piezas con nuestras propias manos, como por arte de magia se olvidan las frustraciones y nos sentimos motivados para seguir.

 

 

 

Logo3.jpg (1650 bytes)
Artesanos - Escritores - Escultores - Fot�grafos - Pintores - �Miscel�neas - Parvulario - Graffiti
Villa Sabina - Gacetilla - Libro de Visitas - Concursos y Eventos - Enlaces - Cont�ctenos
Ediciones Anteriores 
Artesanos - Escritores - Escultores - Fot�grafos - Pintores - Miscel�neas - Parvulario
Copyright � 2000/2007  cayomecenas.com  - Todos los derechos reservados.