Mecenas - Miscelaneas - Carlos Yusti

Una de las frases de Groucho Marx que me ha permitido sobrevivir a la madurez, sin convertirme en un se�or adusto y amargado, o que me permite mantenerme a flote en esas circunstancias de la vida en la que todo parece empantanarse de gravedad y cosa, es aquella que postula: "Esos son mis principios, si no le gustan, los cambiar�." Frase que encierra en s� todo una filosof�a y por cierto sin toda esa batahola ret�rica a la que nos tienen acostumbrado los fil�sofos.

No hay nada m�s tedioso y pesado que los dichosos principios, los cuales en infinidad de ocasiones son s�lo una muletilla percudida que esgrimen muchos seres obtusos para tomarse en serio m�s de lo previsto e incluso los dichosos principios empujan a buena cantidad de individuos a creerse imprescindibles y como predestinados a cumplir una alta misi�n en la sociedad; personas que se sienten llamadas a dictar pautas �ticas, a ser espejos c�vicos de los dem�s, aunque tengan su closet privado atestados de cad�veres y desviaciones de todo tipo. Los principios vuelven a los seres inamovibles, piedras en el camino para aquellos que andan a sus aires sin otro principio que el ser felices. Tambi�n suelen los principios empujar a los individuos a tomarse la vida, el arte, la cultura o la nefasta actividad pol�tica muy a pecho y con una gran dosis de pompa agrisada y circunspecta. He cre�do siempre que cuando alguien se cree jefe, presidente, mayordomo, portero, banquero o lo que sea la vida deja pierde su fluidez maravillosa. Cuando uno se toma todo esponjosamente puede amargarse y amargarle la existencia a los dem�s, puede convertir un infierno cotidiano todos los d�as del calendario. Que a uno lo tachen, a la larga, de inmaduro, irresponsable, trotabares es menos enf�tico que a uno lo etiqueten de carraca, plomo o cualquier otra chapa almidonada propia de manual de buenas maneras.

En el famoso mayo franc�s se populariz� una pintada callejera: "Soy marxista, de la tendencia Groucho". Sin duda que fue escrita para indignar a esos marxistas ortodoxos de cafet�n y manual decr�pitos e insoportables, que decididos a tomar el cielo por asalto justificaban a Stalin y compa��a. La pol�tica es el terreno propicio para que se den los intolerantes de todo pelaje, de tipejos que no s�lo se toman en serio eso del hombre nuevo y la revoluci�n, sino que son capaces de reventar la cabeza de quienes los contradigan.

Groucho Marx y su palabrer�a desbocada/descocada es el mejor ant�doto para nunca tener que pasar por ese trance peripat�tico de tomarse en serio, para no tener que ir por la vida como un mandam�s engre�do y petulante exhibiendo en el pecho las medallas por los servicios prestados.

Al parecer es bueno perder todo, pero jam�s el humor. Salir de los intr�ngulis m�s dolorosos con una sonrisa dibujada en la cara no darle el gusto a los intolerantes que se piensan mejores porque son esclavos de una causa. Groucho puede salvarnos de toda esa caterva de salvadores de la patria, de esa gallofa de profetas que anuncian un mundo mejor por venir y por ese motivo no hacen nada para mejorar el mundo en el cual viven en la actualidad.

Groucho no era simplemente un gran c�mico del cine, sino que un hombre divertido en su vida ordinaria. Cuando se armaba el barullo entre bandos, Groucho salta y rispota por encima de la algarab�a general: "Sea lo que sea estoy en contra". En una oportunidad la Asociaci�n de Amigos de la Cinemateca Francesa le obsequi� una placa: "A Groucho Marx, cuya comicidad no envejece; caballero y hombre cabal; maestro del sinsentido, de la perogrullada, de la verdad divertida, de la reductio ad absurdum,�" Complacido escribi� una misiva a S. M Estridge, presidente de la asociaci�n: "Estimado S. M.: Ha sido para m� un gran honor recibir la placa; la llevar� eternamente en la espalda. Groucho".

Este Groucho anticonvencional es la br�jula perfecta para saber a ciencia cierta a donde dirigirnos para evitar las convenciones, para encontrarle el fil�n gracioso a toda situaci�n por m�s grave y f�nebre que se presente. Las frases de Groucho siempre pueden salvarnos de nuestro caraeculismo juicioso y formal:

o Yo nunca olvido una cara, pero en su caso har� una excepci�n.
o Perd�neme si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien.
o Nunca pertenecer�a a un Club, que me admitiese como socio.
o Partiendo de la nada, hemos alcanzado las m�s altas cotas de miseria.
o Se�ora, perdone que no me levante. (Epitafio en su tumba).
o Encuentro la televisi�n muy educativa; cuando todo el mundo se queda absorto vi�ndola, yo me puedo ir a otro cuarto a leer pl�cidamente.
o La justicia militar es a la justicia, lo que la m�sica militar es a la m�sica.
o Es mejor permanecer en silencio y parecer est�pido, que abrir la boca y confirmarlo.
o Me acuerdo perfectamente de la primera vez que disfrute del sexo, a�n conservo el recibo.
o Una de dos, este hombre est� muerto, o mi reloj se ha estropeado.
o Hered� sus mejores encantos, su padre es cirujano pl�stico.
o Todo el mundo debe de creer en algo, yo creo que voy a seguir bebiendo, disc�lpeme.
o El matrimonio es principal causa del divorcio.
o El secreto de la vida es la honestidad y la honradez, si no entiendes esto vas por buen camino.
o Detr�s de un hombre con �xito hay una gran mujer, y m�s all� su mujer.
o Si la gente que habla mal de m� supiese lo que pienso de ella hablar�a.

De cejas pobladas, ojos saltones, anteojos, un bigote estrafalario y un enorme tabaco. As� lo inmortaliza y devuelve el cine siempre. Escribi� algunos libros. No fue un m�rtir de nada. Su humor no se refugi� en el sentimentalismo de culebr�n, m�s bien fue un humor que colocaba todo de rev�s. Fue un revolucionario que jam�s se entero de ello. Mejor as�. Grouch ense�a que sin humor todos tenemos algo de parapl�jicos, somos unos discapacitados para el amor y la justicia. Sin humor vamos por la vida empa�ando de amargura los cristales de la belleza de este mundo.