EL POETA DEVASTADO POR LA MUSA El único lujo del barrio de mi infancia fue un señor al que todo el mundo llamaba poeta. Yo, con una estatura de enano a mis ocho años, no sabía el significado real de la palabra. Sin embargo aquel hombre, sin rasurar, vestido con un traje gris plomo y corbata, que fumaba en pipa y algo borrachín, despertaba mi curiosidad. Primero su aspecto no era elegante ni distinguido, sino más bien marchito y desplanchado, al parecer dormía vestido. En segundo lugar su riqueza estaba cuando hablaba. Era un gran lector y recitaba poemas con una voz de locutor radial de gran fuerza expresiva. En las actividades organizadas por la Junta Comunal del Barrio la presencia del poeta era infaltable.
Un día fui a la casa del poeta. Vivía alquilado en una habitación con entrada independiente a cinco cuadras de mi casa. Toqué la puerta y él me abrió. Tenía cara de pocos amigos. Luego explicó que estaba enratonado. Tenía una resaca de todos los diablos, recalcó. Su cuarto era pequeño, pero limpio y ordenado. Había libros por todos lados. Una maquina de escribir se iluminaba, en uno de los rincones, gracias a una lamparita de mesa. Le pregunté, sin mucho preámbulo, que era un poema desde el umbral de la puerta. Me dijo que pasara, que trataría de explicarme. Buscó una cerveza en un pequeño refrigerador como de mi estatura. Habló sobre la rima, la inspiración. Buscó libros y me recitó algunos poemas. Hablaba como si estuviera en un aula de clases. Se paseaba por el cuarto y expresaba las palabras con melodía exquisita. Se le acabó la cerveza y quedó mudo, como en éxtasis. Pasaron algunos segundos y volvió a reaccionar. Se puso a buscar algo entre los libros y yo aproveché para husmear entre sus cosas. Pasé las manos por las teclas de la máquina de escribir. Me encontré una foto de Dora, la muchacha de la peluquería a la que yo conocía porque siempre le hacía algunos mandados. Le iba a decir al poeta que la conocía, cuando este con delicadeza me arrebató la foto de la mano y la colocó de nuevo en su lugar. "Ella es mi musa, mi Dulcinea del Toboso, mi Penélope, mi Julieta, mi Beatriz". Yo quería corregirlo diciéndole que se llamaba Dora, pero el poeta estaba como iluminado y listo para salir. |
Â
|