DALI, UNA VIDA SURREALISTA

Macarena Vega Iriarte


La autora y obra de Dal� - 
L`Arc du Ciel en Ille de France, Paris

A�os atr�s, sobrevolaba el litoral en un vuelo regular de Iberia rumbo a Barcelona, cuando mi desconocido compa�ero de asiento arrim� su cara contra la ventanilla y me dijo con cierta emoci�n, dirigi�ndome la palabra por primera vez: "esto es Cadaqu�s" y yo, intuyendo por qu� me lo dec�a, agregu�: "S�, el pueblo de Dal�", y sonre�mos en t�cito acuerdo. Hoy en d�a ese poblado ser�a pr�cticamente desconocido para el mundo, una villa m�s en la extensa geograf�a espa�ola, si Dal� no hubiera asentado sus reales all� y dejado una impronta que hoy lo liga indisolublemente con su nombre.

Da la casualidad que, cuando me compromet� a escribir algo sobre Dal�, acert� a o�r -creo que por Radio Nacional- una audici�n que propalaba una grabaci�n magnetof�nica con palabras del pintor. Me estremec� al escucharla (no pens� que fuera a tener ese privilegio) y sent� que la atracci�n que emana de todas su obra se advert�a tambi�n en sus expresiones verbales, vertidas timbrada y pausadamente, con cierto engolamiento, y por las que proclamaba lo que no s� a�n (ni creo que lo sepamos jam�s) si eran sus verdades, o una mera pose para la prensa y la elaboraci�n de su propio mito, el que estructur� cuidadosamente a lo largo de toda su carrera.

Dec�a en aquella entrevista, entre otras digresiones, dos cosas que recuerdo vivamente: La primera, el referirse a Gala como su "inspiratriz", esgrimiendo ese neologismo como un acto de homenaje a la mujer de su vida y a vez como muestra de la soberbia creativa de qui�n, no conforme con dominar s�lo los colores y las formas, quer�a tambi�n hacer un arte de sus palabras y de su pensamiento.

En la misma l�nea egoc�ntrica manifestaba, como respuesta a la pregunta de la periodista consistente en �cu�l consideraba su obra m�s valedera?: "Pues Dal� mismo, dado que yo soy m�s importante que mi propia obra. Dal�, el hombre, es mucho m�s que sus cuadros o esculturas, �stas demuestran s�lo una parte de mi genio. Yo aspiro a una visi�n global del mundo y mi m�todo paranoico-cr�tico es en s� una obra de arte."

En el caso de Dal� se torna casi imposible diferenciar al artista de su creaci�n, pues necesitamos conocer al personaje para apreciar por entero su creatividad.

Naci� el d�a 11 de mayo del a�o 1904 en Figueras (Gerona) y muri�, dicen, dos veces: f�sicamente en el castillo-retiro de P�bol, en la regi�n de Ampurd�n, el 23 de enero de 1989 y, espiritualmente, unos a�os antes, cuando falleci� Gala, su esposa y musa.


"Muchacha de espaldas mirando por una ventana"
Hijo de un notario, desde muy joven, dio muestras de una precocidad art�stica incre�ble Sus maestros vieron en �l una innata figura del arte. A�os despu�s se traslad� a Madrid para inscribirse en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Pronto entr� en contacto con otros j�venes que apuntaban muy alto, tales como Federico Garc�a Lorca, Luis Bu�uel, Rafael Barradas y D�maso Alonso, entre la pl�yade de artistas que eclosion� la Espa�a de aquellos tiempos revueltos e irrepetibles. De su amistad con el poeta granadino surgi� la ejecuci�n de varias escenograf�as para las composiciones teatrales del poeta. Encontr� en Madrid un nuevo ambiente bohemio que le era totalmente desconocido y que le abri� las puertas a nuevas corrientes de expresi�n. Evolucion� hacia todo tipo de vanguardias, desde el cubismo hasta la pintura metaf�sica de de Chirico, en una b�squeda incansable de su identidad y de su propia forma de expresarse. Precisamente, gracias a la influencia de este genial artista italiano, surgi� una de sus obras m�s conocidas y que podemos considerar "presurrealista", " Muchacha de espaldas mirando por una ventana", del a�o 1925. 
Demuestra maestr�a en la composici�n de esta figura que oculta su rostro al espectador.Es de una gran sobriedad en el dibujo de los contornos y las formas femeninas.   Con �leos como �ste exhibe virtuosismo t�cnico y a la vez deja asomar su personalidad aun cuando se trate de interpretaciones realistas de los tema.

Viaj� a Par�s en el momento de m�xima plenitud surrealista. All� conoci� a Picasso, Paul Eluard, Trist�n Tzara� Ese movimiento consigui� un �xito rotundo entre el grupo de intelectuales del momento, interesados en su conjunto en la superaci�n externa del "realismo" para llegar a niveles m�s profundos de la realidad. Se buscar�n y se encontrar�n en lo m�gico, en los sue�os, en el inconsciente. Fue la culminaci�n de los misterios interiores del ser humano: como desnudarse ante la realidad. 

Dal� no tard� en unirse al grupo de los surrealistas. Se convirti� r�pidamente en la m�ximo exponente de una de las corrientes del movimiento, la denominada "figurativa", que se bas� en la representaci�n normal de los objetos, pero someti�ndolos a asociaciones y relaciones del todo absurdas y delirantes. Dichas obras fueron radicalmente on�ricas y de gran poder de emoci�n y asombro.

La etapa surrealista de Dal� fue una de las m�s creativas y originales de su vida. Pint� grandes telas, poniendo en pr�ctica un m�todo que denomin�: paranoico-cr�tico, definido por el pintor como un veh�culo o medio espont�neo de conocimiento irracional basado en la asociaci�n interpretativo-cr�tica de los fen�menos delirantes. Podemos reconocerlo sin dificultades en su genial pintura.   La persistencia de la memoria, donde aparecen los elementos espaciales representados como duros y los elementos temporales, como blandos. En el caso de los relojes, estos se representan como figuras maleables o derretidas... Ser�n las obras de este per�odo �leos en los que predomina un gusto inmediato por lo enfermizo y lo repulsivo y obsesiones de tipo sexual. Plasm� en los lienzos de esa �poca un mundo aberrante, con grandes extensiones de terrenos iluminados por luces deslumbrantes, creando atm�sferas inquietantes y misteriosas.


              "Persistencia de la memoria"

Fue admirador de Sigmud Freud, el creador del psicoan�lisis y del m�todo de la interpretaci�n de los sue�os, investigador con el cual se sent�a identificado, tanto en su vida como en su obra. Su necesidad de hacer lo contrario a los dem�s, lo indujo a comportamientos verdaderamente extravagantes que le dieron popularidad en el mundo art�stico. Uno de sus cuadros m�s importantes, y que contiene todas sus obsesiones, es La Miel es m�s dulce que la sangre, tela que representa una profec�a pict�rica de lo que suceder�a en la Guerra Civil y hasta la muerte de Garc�a Lorca.

El Gran Dal� no nacer�a hasta conocer a Gala.: Ella se convirti� en el elemento catal�tico fundamental en su vida, seg�n las palabras del mismo Dal�, que dec�a: "Mi memoria visual y afectiva es transcendida por ella. Gracias a Gala a su amor sentido y aceptado por m�, yo puedo concebir ese haz de im�genes y soy capaz de seleccionar las m�s fuertes, las de mayor calidad y puedo decantar mi riqueza prodigiosa, para fabricar el diamante de la realidad daliliana. Ella es indispensable para m�, porque gracias a ella puedo fabricar mi elixir, mi gozo y la sustancia de la fuerza que me permiten vencerme y dominar el mundo."

Tuvo que luchar tenazmente para llegar a ser qui�n fue. Pensaba que la tabla salvadora de su genio era su misma paranoia, porque gracias a �sta pod�a llevar al m�ximo nivel la exaltaci�n orgullosa de su persona. La muerte siempre lo obsesion�. Gozaba desde ni�o, con extra�o �xtasis, la muerte de cualquier insecto que cayera en sus manos y luego de contemplar su extinci�n real, se sum�a en el delirio imaginario de la propia desaparici�n. Con Garc�a Lorca, su gran amigo, compet�a a qui�n representaba mejor su propia muerte, en teatrales remedos. En esta fantas�a surrealista, lejos de salir dispuesto a entregarse a un final, Dal� adquir�a la fuerza que luego volcar�a en su vida. Para luchar contra a la muerte, s�lo necesit� dos armas: el narcisismo y el orgullo, aunque todos sabemos que ella siempre es la que triunfa y se impone a todos, a los simples y al genio.


Salvador Dal� - Acuarela de Isabel Civit - 2003
En Figueras ta�en las campanas: Dal� ha muerto. Es el 29 de enero, el cielo est� oscuro, un aire l�gubre y fr�o recorre las calles del pueblo Los p�jaros negros vuelan lentamente en el cielo, anunciando su falta. A trav�s de los olivares de la casa del pintor se pueden observar los techos mojados por la lluvia. Un manto de silencio lo cubre todo, la noche va cayendo sobre el pueblo. Dal� ha partido para siempre en uno de sus sue�os surrealistas.

Gala, tu amante, "inspiratriz" y esposa durante medio siglo, te espera en su tumba en el castillo de P�bol. Empero, habr�as dicho: "No hay futuro m�s all� de la muerte"� 

 

 

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